domingo, 16 de octubre de 2011

Regreso al Mulhacén

Fin de semana, 16 de octubre de 2011. Qué mejor plan antes de que llegue el invierno que volver a nuestra Sierra Nevada con los amigos y pasar la noche disfrutando del entorno. Me había comprado mi saco de dormir nuevo, después del frío que pasé en Agosto en la Sierra con mi "cutresaco" decidí pillarme un "don saco" y estrenarlo. Jessi y Nico se habían quedado a las puertas del Mulhacén en nuestra aventura del año anterior. Yo ya lo había alcanzado este verano con Rafa, Pepe y Julio pero nos dispusimos a repetir la ruta con alguna variación. Nos fuimos en las vacaciones a Granada Rafa y yo unos días para practicar algo de deporte con las bicis. Esa mañana recogimos a Jessi y Nico que habían pasado la noche en el hostal de una amiga en Granada, y de allí a casa de Pepe. Las 8:00, nuestra hora habitual de partida. La lanzadera la cogíamos sobre las 9:00 hasta las posiciones del Veleta. Rumbo al Mulhacén.
El grupete, Pepe hacía de fotógrafo. Refugio de la Carihuela
Nico y Jessi, al fondo el Mulhacén
Esta vez desde la Carihuela cogimos un atajo por un destrepe con cadenas, primer momento de tensión (aunque era bastante fácil el paso), la cosa era buscar aventura...
Nico
María (yo misma)
Rafita
Comenzaba nuestro camino hacía la Caldera, pasando por Río Seco, el Collado del Lobo, subida por Loma Pelá y bajada a la Caldera. Para Nico y Jessi era la primera vez que andaban por esta zona, para mí y los demás ya era una ruta conocida. Jessi y Nico pudieron ver que el Mulhacén desde allí era bastante más accesible.
Pepe, bajando la Loma Pelá camino de la Caldera, detrás el Mulhacén
Ya en el refugio dejamos las mochilas, nos habíamos despedido de Julio y su chica porque andaba ella con la rodilla chunga y decidieron volver, subir a los Machos y regresar pronto a Granada. Ya sin las mochilas y sólo con lo justo (bocatas, bebidas y picoteos) para almorzar en la cumbre nos subimos los 5 poco a poco. Nico y yo íbamos delante, la diferencia con la vez anterior y 11 kilos a mi espalda era abismal, ¡¡hubiera salido corriendo cuesta arriba!! Pepe iba detrás marcando el paso a Jessi para que no se le hiciera pesado, Rafa con ellos. En algo menos de 1 hora estábamos arriba todos celebrándolo. ¡¡Jessi y Nico por fin estaban en la cumbre más alta de la Península!!




Ya arriba nos refugiamos del aire entre los vivacs de piedra y fuimos comiendo mientras charlábamos con un grupillo de chicos que habían subido desde Trevélez y no sabían si podrían bajar por otro sitio. Nos despedimos de ellos, les deseamos suerte y nosotros también comenzamos el descenso a la Caldera.
Ya en el refugio Jessi y Nico cogían sus cosas y salían pitando de vuelta a las posiciones para poder llegar a tiempo a coger la lanzadera de vuelta y que no se les hiciera de noche. Besos, despedidas. Pepe, Rafa y yo nos quedábamos a pasar la noche allí cerca. Como aún era pronto, se le ocurrió al gran Pepe la idea de llevarnos al Puntal de Siete Lagunas por la vereda que atraviesa la norte del Mulhacén. Desde lejos yo nunca había visto ese paso, parecía imposible que por ahí pasara algo que no fueran cabras. Una vez en el Collado del Ciervo la cosa se veía más clara, ¡¡y me encantaba la idea!!
Pasos muy aéreos, otros más anchos y menos difíciles... No era complicado, único requisito, ¡¡no tener vértigo!! 





En una hora aproximadamente llegamos al puntal, allí arriba nos sentamos. Increíbles las vistas, a la izquierda toda Siete Lagunas, a nuestra derecha La Mosca, enfrente muy arriba el Mulhacén. 
Puntal de Siete Lagunas
Detrás de Pepe Siete Lagunas
Comenzó a llenarse todo de nubes, pero para nada nos impidieron tener vistas, incluso nos ofrecieron un espectáculo maravilloso e indescriptible mientras iban acercándose rápido a la arista del Mulhacén y ésta las iba peinando y deshaciendo de forma tan sutil... parecía como si las acariciara. Yo andaba fascinada, el espectáculo era fascinante.



Ya a la vuelta un atardecer que le daba otro tono a las montañas...






Llegamos en otra horita al refugio, andaba "petao" de gente, se amontonaban los sacos, y como nosotros íbamos bien pertrechados y yo con mi "supersaco", nos bajamos un poquito y buscamos un llanito para instalar la tienda. Dormiríamos los 3 juntitos en una tienda de 2, ¡¡más calorcito aún!! Aquí llegó el momento disfrutón: infusiones, ropa limpia, atardecer, historias, risas...


Atardecer de ensueño
Dormimos regular, como siempre, yo al principio no entraba en calor, mi saco "supercaro" no se hinchaba, lo había tenido demasiado tiempo hasta el estreno metido en su funda. Pepe se reía y me decía que si ese era mi "supersaco", yo le decía que ya se hincharía, jeje. Cuando pasó un ratito eso se infló de una manera que tuve que empezar a quitarme ropa sin parar. ¡¡Hubiera dormido sin nada!! Qué gustito, madre mía. Pepe me oía decir: "qué caló" y se partía de risa. Rafa dormía a pata suelta, yo aún no entiendo como pudo dormir casi sin moverse. Pepe y yo madrugamos y charlamos tumbados en los sacos hasta que Rafa despertó. Desayunamos, hacía un fresquito rico, grupos ya subían por la falda de la montaña. recogimos las cosas y deshicimos el camino del primer día disfrutando una vez más de las delicias del paisaje que nos ofrece nuestra Sierra Nevada.




jueves, 29 de septiembre de 2011

Pico del cielo

El 29 de Septiembre de  2011 nos fuimos a uno de los picos con mejores vistas de nuestra provincia, todo un clásico de la Sierra de Almijara y Tejeda, el Pico del Cielo (1.508 mts) en Nerja.
Las características de la ruta:
- 18 kilómetros aprox. ida y vuelta.
- Tipo de recorrido: lineal.
- Dificultad recorrido: MEDIA-ALTA (80% del recorrido) y ALTA (ascensión a la cumbre).
- Desnivel: unos 1.400 mts (desde el parking de las Cuevas de Nerja a 158 mts).
- Duración del recorrido: unas 7 horas a ritmo suave y con paradas.

Nos fuimos al parking de las cuevas de Nerja, desde allí cogimos un sendero a la izquierda que cortaba el acceso a los vehículos. Comenzamos a subir por esta pista forestal.

Tras andar unos 3 kms llegamos al primer desvío: Área Recreativa el Pinarillo 2 km a la izquierda, y Sendero a la derecha. A la derecha había que ir para llegar al cortijo de la "Civila".

Allí comenzaba la 2ª parte del camino, otros 3 km que nos dejarían a unos 750 mts de altitud, donde muere la pista, junto al cortijo de la "Civila".

Ya aquí hicimos una parada para retomar fuerzas, nos quedaba la parte más dura. El camino empezaba a subir de forma serpenteante, perfectamente marcado por pinturas verdes, azules y abundantes hitos que nos llevaban en dirección N hasta la cuesta del Cielo, donde el camino comenzaba a tomar dirección NE. En la primera parte del último tramo el terreno era arcilloso. El panorama brutal...





El camino se hacía cada vez más duros, con fuertes pendientes. Aquel día Rafa y Nico subían como cabras mientras Jessi y yo íbamos más rezagadas, hacía un calor sofocante y nos estaba costando más de lo habitual.  El último tramo una fuerte pedrera de unos 100 mts de longitud a la izquierda del pico para poner a prueba nuestras piernas, arriba nos esperaban los chicos, saboreando ya la grandiosidad de las vistas.



Arriba la cruz, todavía conservando algunos de los espejos que veíamos brillar desde abajo. Parece ser que la cruz fue colocada por un marinero alemán hace unos 350 años en agradecimiento por haber sobrevivido a un terrible naufragio donde esta cumbre le sirvió como referencia para divisar la costa.




Pico del Cielo (1.508 mts)
¡¡A comer!! Jessi y Nico se habían llevado un termo de café calentito que tantas otras veces habíamos echado en falta. Rafa y yo nos teníamos que llevar las tazas, pero sorpresivamente nos las habíamos dejado en la cocina de casa, y nos pillaba algo lejos ;-) Así que después de tomarnos unos zumitos fresquitos con el bocata de rigor, cortamos los envases de los zumos y nos improvisamos unas tazas originales en un plis-plas. Café con sabor a naranja y a melocotón, ¡¡gran invento!!


Tras el momento disfrutón, nos pusimos manos a la obra en el descenso, acelerando el paso para no llegar demasiado tarde, si no recuerdo mal Nico tenía que entrar a trabajar... Con ganas de descansar y a la vez de que no se acabara nunca el día de naturaleza, paz y aire fresco, fuimos bajando por el mismo camino que un rato antes habíamos subido. La panorámica a la vuelta nos ofrecía unas vistas maravillosas de un valle frondoso y verde intenso que a la subida habíamos dejado a la espalda y no lo habíamos disfrutado. Ya a partir de la bifurcación para el área recreativa el Pinarillo empezamos a coincidir en el regreso con unos grupos de andarines que también habían salido de paseo por esta zona. Felices como  perdices llegamos al coche, y "destrozáos". ¡¡¡Nuevo reto conseguido!!! Y esta vez a la primera... ;-))